Publicado en: mié, Ago 13th, 2014

Reformas en México hipotecan a Pemex

Reformas en México hipotecan a Pemex

La economía es política. Y siempre se conduce con falacias, engaños o mentiras para convencer a los pueblos. Es el caso de la última de las reformas «estructurales» llevadas a cabo en México que ha culminado recién en el congreso legislativo. El lunes 11 fue la coronación «liberal» desde el poder presidencial, tras poner en charola de plata a una de las empresas energéticas más codiciadas en el mundo, Petróleos Mexicanos (Pemex), por el poder trasnacional de los oligopolios gringos del petróleo, particularmente empresas texanas.

Pemex era la joya de la corona para los presidentes reformadores alumnos de universidades estadounidenses, estudiosos de Friedman mejor conocidos como Chicago boys, y empleados al servicio de Washington y su tríada: la Reserva Federal, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, particularmente desde el gobierno de Carlos Salinas de Gortari a la fecha.

Desde ese presidente reformador -más bien deformador- del Estado mexicano que mejor aplicó la estrategia neoliberal de vender un gran número de empresas otrora paraestatales); bajo los preceptos neoliberales, pues, todos los demás le habían traído ganas a Pemex porque simplemente esa era la consigna de presidentes e instituciones financieras cuya sede está en el país vecino.

Sí. Entre muchas de las falacias con las cuales se manoseó siempre la intentona de modificar la Constitución Política de México estaba aquella que Pemex era una empresa obsoleta. Que no era capaz de enfrentar la necesaria «modernización»; que cada vez operaba con números rojos, y carece del capital necesario para invertir en una industria que exige cada vez mayores recursos para la extracción y exportación del crudo, verbigracia, de aguas profundas.

Entre los engaños y las mentiras está que las gasolinas se abaratarán para los consumidores mexicanos, y que la empresa se modernizará ahora sí como ha sucedido con otras industrias energéticas como Petrobras.

Pero las secuelas serán a la inversa. Con las reformas se ha retrocedido en materia de control de los recursos energéticos del país, poniendo al descubierto y abriendo de par en par las puertas a la violación de la seguridad nacional de México. Se ha modificado la Constitución como último reducto protector del nacionalismo mexicano, ese que ha aspirado siempre a la búsqueda de un sendero propio en materia no sólo energética sino nacional.

¿Hacia dónde se encamina México? Hacia el peor de los escenarios; ese trazado por las tesis neoliberales que tienen a México en la postración. Hacia la infiltración de su seguridad nacional. Alguien tiene que responder al juicio de la historia. El Congreso de la Unión, en primerísimo lugar de la lista.

(Extracto del comentario “La hipoteca de México, de Salvador González Briseño, publicado en Jornada.net.com)

 


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