México, con gran potencial para ejercer el “poder blando”
La semana pasada, los gobiernos Federal y del DF confirmaron el retorno, después de más de 20 años de ausencia, del Gran Premio de México.
Al respecto, el columnista Arturo Sarukhán comenta que no es particularmente aficionado ni a los autos ni de la F1, pero sí lo soy de la oportunidad de apalancar este tipo de eventos para promover a México en el exterior, mejorar la Marca País, y para arropar iniciativas, intereses y objetivos de la nación en el escenario internacional.
Relata que en mayo participó en un seminario organizado por el gobierno mexicano y Wilton Park, el foro del gobierno británico, sobre el llamado «poder blando», concepto desarrollado por el teórico de relaciones internacionales, Joe Nye, en 1990.
Contrapuesto al poder duro, que es el ejercicio y despliegue de las capacidades militares, económicas y diplomáticas de un Estado, y la persecución de objetivos internacionales a través de la proyección de esos recursos, el poder blando se da en función de la capacidad de atracción que un país genera en el mundo.
Si se quiere, el poder blando logra vía la seducción lo que el poder real con la coerción. El poder blando es, al fin, una expresión más del poder real (lo cual explica que muchos de los países –no todos– con altos niveles de poder blando posean a la vez poderío militar, económico o diplomático).
Tampoco es fácil de acumular o de ejercer. Pero la cultura y las artes, la gastronomía, el turismo, el deporte, los productos, las instituciones o los valores y prácticas de una nación pueden convertirse en una fuente extraordinariamente eficaz para promover a ésta en el mundo.
Claramente México no es una potencia si se le mide con base en los parámetros tradicionales de poder, pero como una de las verdaderas superpotencia culturales en el mundo, México tiene el potencial para consolidarse como un país con un enorme acervo de poder blando que abone su política exterior y sus intereses globales.
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