¿Es correcta la reforma energética de Enrique Peña Nieto?
Desde una posición nacionalista, Enrique Peña Nieto (EPN), su gabinete y los legisladores que llevaron a cabo la reforma energética, podrían ser acusados de traición a la patria. Pero no existe una institución que los juzgue y, en su caso, sentencie o absuelva. Y esa frase de “que el pueblo me lo demande” es, o bien una falacia, o bien letra muerta en la política mexicana.
Que el Estado mal venda sus bienes a particulares, cosa que viene sucediendo desde época de Carlos Salinas, es, sí, una postura ideológica de la política mexicana, en la que el individuo (el político, el empresario) queda por encima de la comunidad (los pobres, los electores, los obreros), pero también, de manera paradójica, se trata una apuesta en contra del Estado mismo.
Sólo se explica el desmantelamiento de las empresas públicas para, a la postre, convertirlas en un negocio con o de la iniciativa privada, por dos razones: dogma ideológico o corrupción. En el segundo caso: venta del voto camaral o porque, en el caso de la reforma energética, los hombres de Estado tienen o buscan intereses económicos en los hidrocarburos, electricidad y anexas.
¿Hicieron bien o mal Enrique Peña Nieto, su gabinete y legisladores?
Yo lo que no sé es: ¿Quién o quiénes me van a devolver los guajolotes que mi abuela Basilisa le llevó al general Lázaro Cárdenas para pagar la nacionalización petrolera de 1938? Porque, la verdad, quiero comprar un ranchito que, espero, no contenga ningún tipo de hidrocarburos en su subsuelo y me lo vayan a expropiar.
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